CARROS BRITANICOS Y FRANCESES DE LA II GUERRA MUNDIAL
Coleccion: Maquinas de Guerra - Enciclopeia de las Armas del Siglo XX Nº 67
Editorial: Planeta-Agostini
Año: 1984
Desde el nacimiento del carro de combate en 1916, los británicos se situaron a la cabeza tanto en el diseño como en la utilización de fuerzas acorazadas, pero hacía 1939 la política interior del ejército y los errores en la doctrina de empleo les privaron de tan importante primacía.
Los carros de combate analizados en estas páginas son algunos de los modelos que obtuvieron menos éxito en el período de la segunda guerra mundial. Una parte de estos vehículos, como los Valentine, Matilda y Churchill británicos y los Renault R-35 franceses, llegaron a ser buenas máquinas de guerra, pero muchos creadores que trabajaron sus diseños con una escasa base, precipitadamente y sin el apoyo necesario para conseguir el desarrollo de sus proyectos, realizaron carros de combate que no estaban a la altura de los que prestaban servicio en las unidades acorazadas alemanas. Sin embargo, a pesar de sus defectos, estos carros, tanto del tipo de infantería como del tipo de crucero (cruiser) eran todo lo que había disponible a comienzos de la guerra y, utilizándolos, sus tripulaciones y comandantes adquirieron una valiosa experiencia que más tarde ayudó decisivamente a la victoria final de los aliados.
Algunos de los resultados obtenidos en el diseño y desarrollo fueron verdaderamente notables, Australia logró producir, partiendo de cero, el Sentinel en una situación de inexistencia efectiva de cualquier industria mecánica pesada, y no fue culpa de sus creadores que el carro nunca se utilizara en la guerra; lo mismo puede decirse de los canadienses, quienes realizaron el Ram en un tiempo extraordinariamente corto, sin que hunca antes hubieran tenido una mínima experiencia en la fabricación de este tipo de vehículos de combate.
La historia de los carros de crucero fabricados en Gran Bretaña ya se ha escrito varias veces, pero todavía vale la pena observar cómo una tesis aceptada sin la necesaria profundización puede incidir desfavorablemente en el desarrollo de las guerras, incluso mucho tiempo después de reconocimiento efectivo del error cometido, Los carristas británicos y aliados hubieron de conducir sus carros al combate sabiendo con anticipación que su armamento principal era demasiado escaso, el blindaje excesivamente delgado para proporcionar la protección necesaria y la seguridad del vehículo bastante dudosa desde el punto de vista mecánico. De todos modos entraron en batalla y, con frecuencia, lograron derrotar a un enemigo mejor armado y mucho más preparado.
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